sábado, abril 22, 2006

La Puta Angustia.


Me decía Paracelso un día: “-Lo primero es mejorar la salud.- Para ello hay que respirar con la mayor frecuencia posible, honda y rítmica, llenando bien los pulmones, al aire libre o asomado a una ventana. Beber diariamente en pequeños sorbos, dos litros de agua, comer muchas frutas, masticar los alimentos del modo más perfecto posible, evitar el alcohol, el tabaco y las medicinas, a menos que estuvieras por alguna causa grave sometido a un tratamiento. Bañarte diariamente, es un habito que debes a tu propia dignidad.”
Le decía yo a los pocos días: Que angustia, viejo. ¡Para, Celso! Me puse a respirar todo lo posible, hondo y profundo, en una ventana y casi me caigo del quinto piso. Marica, respirar muy rápidamente y mucho produce hiperventilación, y eso es un grave problema más ahora que las bolsas del pan son derivados del petróleo. Hice lo del agua, y... ¡Qué angustia! ¡Para, Celso! Me entró la miadera más berraca y en mi casa somos 18 y sólo tenemos un baño, ¿tendrían que ver los fríjoles trasnochados del viernes que nos comimos ese lunes? Lo de masticar tampoco es que me haya funcionado, por andar tragando fruta con 72 chasquidos por segundo, me atoré, me atosigué y no alcancé a almorzar porque se me acabó la hora de descanso y a volver al trabajo. ¡Qué angustia! ¡Para, Celso.! El alcohol lo pude evitar al igual que el tabaco, pero, ¡qué angustia! ¡Para Celso! ¿No has sufrido nunca el síndrome de abstinencia que sólo se cura con medicinas? Pero como me puse a evitarlas... ¡Qué angustia, Celso, mejor Para! Lo de bañarme diariamente nunca pensé que fuera tan difícil: se fue el agua, y jueputa, el río queda en la mierda y además está lleno de mierda, si viera las ronchas tan malparidas que tengo por todo el cuerpo se daría cuenta que se le olvidó decir que con agua limpia. Pero no importa, Celso, esas se curan solas, esto no es un caso grave, y sigo fiel a sus consejos y evito las medicinas: ¡Qué Angustia, Celso!
Esta angustia tan berraca que cargo en la vida no es sólo culpa de Paracelso, ni mucho menos. No es una dosis existencialista de lo estoico que se dice que se debe formar el carácter, no es el paradigma ecléctico, no es Sartre ni Camus, no es culpa de Voland ni de Margarita, ni mucho menos de Jesús asesinando a Judas con una soga, después de haber condenado en la cruz a su doppelganger. No, no es nada de esto ni mucho menos, es culpa de la contemplación de Schopenhauer, no de Schopenhauer, como tal, sino de su puta contemplación. Y es que mi condena es la angustia, la angustia de la soledad libertaria.
Recordando viejas y nuevas conversaciones encontré en mí, más que el existencialismo que toda la vida promulgué, la puta angustia que se come mis entrañas. Y es que el mundo es más sencillo de lo que parece y los humanos se lo complican, son reduccionistas, se escudan en modelos económicos, en valores morales anacrónicos, en consejos de auto-superación, ven en Nietzche no un SuperYo, sino el yo consagrado al trabajo y a la sociedad como está...
Y es que la sociedad es una mentira, cada una de las cosas que se toma por cierta, no es más que la construcción de la experiencia de algún otro: el hombre se ha olvidado de ser hombre, primero busca ser ciudadano y agradar. Yo decidí que esto no se trata de agradar y cumplir leyes por que sí, lo lógico se cumple, el resto se manda a la basura, ver esto en la gente, tanto camino como un borrego en un mundo que no tiene un sentido definido me parece un asco, por eso mi angustia, mi angustia está en que el hombre no abra los ojos a su propia experiencia.